

El candombe uruguayo como la samba brasileña, nacidos del dolor de la esclavitud, han devenido en ritmos que transmiten alegría y diversión en el baile y estos, hace tiempo, que han entrado en el campo de juego. Hemos de asumir que la jugada previa que lleva al gol y su festejo forman parte del espectáculo que es el futbol. A veces, a los goles brasileños podemos festejarlos, en muchas otras ocasiones, padecerlos, terriblemente!!, aunque en resumen y como mensaje. lo que podemos decir es: Vini, siga, siga, siga el baile!, porque si es así, es que el futbol está vivo.
El Doctor Alberto Castillo, famoso cantante de tangos de mediados del siglo pasado en Argentina, es recordado por la interpretación de una canción que se titula “Siga el baile”. El salto generacional de difusión lo tuvo a principios de los 80, cuando este tema se reinterpreto para recibir el triunfo de Raúl Alfonsín en las elecciones presidenciales, en el regreso a la Democracia, después del infierno de la dictadura cívico-militar del 1976 a 1983.
En realidad no interpretaba un tango, sino un canción con ritmo de candombe, una música con raíces africanas muy popular en Uruguay. El autor y compositor de esta pieza musical era uruguayo, Carlos Warren y su ritmo transmite placer en el movimiento, en las antípodas del tango, más bien nostálgico y melancólico. El candombe uruguayo como la samba brasileña, nacidos del dolor de la esclavitud, han devenido en ritmos que transmiten alegría y diversión en el baile.
Quizás los que mejor interpretan, en Sudamérica, este lenguaje del goce del cuerpo en movimiento es el pueblo brasileño. Lo hemos visto muchas veces, en diferentes partidos, ver ese baile, ese festejo del jugador que vive su gol con alegría, como si estuviese en el mismísimo Sambodromo de Rio de Janeiro.
La reacción básica es tomarlo como una provocación y reaccionamos más visceralmente contra el baile y su interprete, cuando en realidad, deberíamos preocuparnos profundamente como sociedad, las expresiones racistas, homófobas, machistas, las exaltaciones del fascismo y sus símbolos, entre otras.
Esa exteriorización tiene una mala interpretación extendida, hace tiempo y a lo lejos, a Roncero le no le caían bien los bailes de Neymar, claro, en ese momento, se puede presuponer que la portación de camiseta blaugrana jugaba algún efecto en este análisis. Pero esto no se queda aquí, este fin de semana, el Diario Sport, de Barcelona, en su edición del sábado 17 de setiembre, calificaba a Raphinha como despistado, por defender a un baile, tras un posible gol, de Vinicius en el partido de ayer. El jugador brasileño del Barça de despistado no tiene nada, estaba siendo solidario con un compañero y defendiendo la alegría del fútbol, más allá del resultado del Cívitas Metropolitano. Otro análisis marcado por la portación de camiseta, en este caso, ahora blanca.
Hemos de asumir que la jugada previa que lleva al gol y su festejo forman parte del espectáculo. A veces, a los goles brasileños podemos festejarlos, en muchas otras ocasiones, padecerlos, terriblemente, aunque en resumen y como mensaje. lo que podemos decir es: Vini, siga, siga, siga el baile! porque si es así, es que el futbol está vivo.