Ni bueno ni malo, desmemoriado

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El club blaugrana y su gente estuvieron siempre.

Lionel, no te escapes de Barcelona. No te vayas por la puerta de atrás pegando un portazo. Allí están los que te guarecieron, te cobijaron, apostaron en ti y siempre te defendieron. Incluso, durante tus repetidas decepciones con la Selección Argentina, con las que desde aquí, llegamos a apuntarte hasta el escarnio. Ellos te acogieron y, es cierto, les respondiste dentro de la cancha, casualmente como nunca pudiste hacerlo con la albiceleste. Entonces: ¿Merecen el mismo trato indiferente que despuntás con el siempre tan exigente pueblo argentino?

El encono con Bartomeu pasará. Pero, los colores y la gente: ¿Ocupan el mismo lugar para ti que un eventual directivo? ¿dónde quedan ellos? ¿Dónde queda aquel respaldo cuando todavía eras una pulga llena de sueños e incertidumbres por tu corta estatura? ¿Dónde queda la apuesta de un gigante que te ofreció la solución a una seria deficiencia hormonal? ¿Cuántos niños en el extenso territorio de la República Argentina -y del mundo- llevan atada la pelota y cargan en sus espaldas tantos o más contratiempos? Lio, aquellos con quizás, igual condiciones y que no entienden de burofaxes ni cartas documento, están esperando tamaña bendición, la cual, probablemente, no les llegue nunca en su vida.

Lio, no olvides que hasta hace unos meses en una entrevista a Mundo Deportivo, dijiste que amabas a Barcelona y que la sentías como tu casa. La ciudad a más de diez mil kilómetros de tu Rosario natal, en la que tus tres pequeños hijos no se hallan cada vez que la visitas porque también Barcelona los abrazó mucho antes de tener uso de razón.

Lio, no desatiendas a tus seguidores que aún se persignan cada vez que asomas por un Camp Nou que soportó cuatro Champions de su acérrimo rival en los últimos seis años.

Lio, no eludas, con esa finta magistral con la que nos deleitaste hace ya un tiempo cuando para muchos eras el mejor, a los aficionados que, ridiculizados por padecer ocho goles, aún te eximen de responsabilidad ante los últimos tres papelones más significativos en su historia.

Lionel, asumí la responsabilidad que una celebridad de tu calibre debe reflejar. Es el parvo costo del estatus al que te catapultó el elenco culé y que te asegura calidad de vida a tu familia y a futuras generaciones. Algo inconcebible hace veinte años. Esa gente que te amamantó y educó, hoy te pide que no le des la espalda.

Lionel, no permitas que tu guardia pretoriana de obsecuentes visualice una versión difusa de tu sincero designio. Son los mismos que con su afán por querer ser tus amigos, justifican y permiten ver un Messi abyecto. Un plano desconocido hasta el momento por el público azulgrana.

Lionel, no le des vuelta la cara a los miles que con orgullo llevan tu camiseta a bastones. Aquellos que una vez más fueron avispados desde Argentina, creando de tu postura el culebrón del verano.

Lionel es momento de demostrar por primera vez que tienes personalidad de capitán y que te regeneras ante las (muy) malas. Y también es momento de aclarar y personificar tus diferencias. Porque de lo contrario tu estirpe impoluta se derrumbará por ser tan desmemoriado frente al Fútbol Club Barcelona que te brindó los medios suficientes para hoy ser, ni más ni menos, que Lionel Messi.