Mientras escribo esta columna se cumplen cerca de cuatro horas desde que Pablo Milad fuese elegido como el nuevo presidente del fútbol chileno. Quien presidirá la ANFP desde ahora en adelante no era más que la opción menos mala dentro de lo que, a estas alturas, pareciera ser más un símil de las reuniones del Club de la Unión más que una organización que busca velar por el correcto manejo de los destinos del fútbol.
La presencia de Milad al mando de la asociación refuerza cualquier duda sobre el correcto funcionamiento que esta pueda tener el corto, mediano y largo plazo, poniendo en jaque los destinos de la selección, sobre todo ahora, en un momento riesgoso pues es necesario (en realidad lo era hace cinco años) pensar en un proyecto serio de formación integral de jóvenes valores, incluyendo, por supuesto, a las selecciones menores. Sinceramente, a pesar de que el plan puede que sí se implemente, no creo que este vaya a ser un trabajo serio, pues el que fuese el máximo regente de Ñublense, representa al “cartel del factoring”, ese mismo grupo que por años ha realizado triangulaciones extrañas, posee acciones o es director en más de un club y mantiene estrechas relaciones con los hermanos Pini, los mismos que más de una vez se han visto envueltos en traspasos de jugadores que ni siquiera han pisado suelo chileno.
Más allá de eso, Pablo Milad, primo de Sergio Jadue y cercano a Sebastián Piñera, refuerza esta idea de que la ANFP ha mutado a una asociación de amiguismos, de operadores políticos – Gabriel Ruíz-Tagle y Jaime Estevez, por ejemplo-, de presencia empresarial que no aporta al fútbol sino que más bien busca dos cosas imponderables: relaciones sociales que se transformen en cuotas de poder y, por supuesto, las cuotas del dinero mensual que el canal de fútbol entrega.
Estamos en manos de los Búfalos Mojados, ese grupo de compadres de los Picapiedras que se reunían en lindos y elegantes salones a realizar vida social, sin embargo, en la realidad, estos no hablan de cómo ha estado el trabajo, de la familia o a lanzar chistes, sino que lo hacen, quizás a propósito, para entorpecer con desconocimiento, mala administración, poca ética y poco profesionalismo el desarrollo del fútbol chileno, todo por parecer importantes, vinosos y darse ínfulas de algo que jamás serán: personas importantes. Y aunque no todos son como los mencionados búfalos mojados de la ANFP -ejemplos hay en Católica-, la mayoría no ha sido aporte ni para los clubes ni menos para la asociación, simplemente se han dedicado a avalar con acciones concretas – porque el bla, bla y al papel aguantan mucho- el robo de Sergio Jadue y cía. Y también ha despedazar lenta pero progresivamente el desarrollo de los clubes, los que al día de hoy parecieran ser solo un instrumento de poder, dinero y posicionamiento social.
Como buenos búfalos mojados, se cubren las espaldas entre ellos y el ejemplo está en que Milad era la carta “menos mala”, pues la otra opción era Lorenzo Antilio, el presidente de Audax, quien ni siquiera merece comentarios. Por cierto, nadie nunca se le ocurrió siquiera cuestionar a Sebastián Moreno ética y moralmente por su pasado truculento en Codelco, demostrando la calaña de dirigentes que son.