La final del balón parado

Imagen: Reuters

Sevilla ganó el duelo por las bandas y en las jugadas a balón parado.

Cada uno con su plan habitual, Sevilla e Inter chocaron en un partido de alta intensidad en la final de la Europa League. Los de Lopetegui, fiel a su estilo, se posicionaron con un 1-4-3-3 y se adueñaron de la iniciativa con balón. Conte por su parte plantó su típico 1-3-5-2, dejando a la dupla Lautaro-Lukaku como una constante amenaza para Sevilla.

Choque de estilos
Sevilla buscó de inicio plantarse en esta final con un bloque alto de presión e impedir que el Inter lograse una salida de balón fluida desde los centrales. De Jong cayó sobre De Vrij, Ocampos se encargaba de vigilar a Godín y a D’Ambrosio (apoyado por Reguilón) y Suso de estar sobre Bastoni y Young (apoyado por Navas). A esto se sumaba Ever Banega rondando a Brozovic para que el pivote croata no jugase tranquilo.

Esta presión alta, si bien le permitió al Sevilla mandar el ritmo del partido, también fue un problema por ciertos pasajes. La amenaza constante de Lautaro Martínez y Romelo Lukaku, fijando a Diego Carlos y Jules Koundé, provocaba que el equipo blanquirrojo terminase muy largo y le permitiera al Inter atacar mano a mano. Así, el Inter atacó como siempre: con los dos delanteros por dentro, Barella y Gagliardini desde segunda línea y Ashley Young-Danilo D’Ambrosio por fuera ganando amplitud+profundidad.

El duelo por bandas
Una de las claves del partido se dio en el duelo por bandas. Fue en este sector del campo de juego donde el Sevilla logró desnivelar la balanza en su favor para generar situaciones de peligro. Por izquierda, Lucas Ocampos y Sergio Reguilón fueron un problema constante para D’Ambrosio. Por derecha, Jesús Navas y Suso fueron menos amenazantes para Young pero más efectivos (de esa banda sale el 1-1).

El 2vs1 en banda fue posible debido a la disposición del mismo Inter. Tanto Godín como Bastoni sufren saliendo a la banda y ahí, en esa duda de los zagueros negriazurros, el Sevilla sacó ventajas con los duelos de sus laterales y extremos contra los carrileros. A esto se suman las caídas a banda de Banega y Jordan para completar la triangulación.

El balón parado
Con estas disposiciones iniciales, la final de la Europa League no se entiende sin las jugadas a balón parado. La importancia del balón detenido se tomó la noche en Colonia. Y en este duelo de jugadas detenidos, fue también el Sevilla el que sacó mejores réditos. Pese a que a priori el Inter con Diego Godín, Alessandro Bastoni, Romelu Lukaku y compañía tenían la balanza hacia su favor en el juego aéreo, terminó siendo el equipo de Lopetegui el que castigara las desconcentraciones del cuadro lombardo.

El partido de Jules Koundé
Dentro de los altos rendimientos a lo largo de la final de la Europa League, el Sevilla logró sostenerse ante la ofensiva del Inter a través de la actuación de Jules Koundé. El joven central francés estuvo impecable para controlar los movimientos constantes de Lautaro Martínez. Ante un Diego Carlos que sufrió ante Lukaku, Koundé le dio la seguridad defensiva cuando peor lo pasó el equipo sevillano.

Tras el 3-2 a balón parado del Sevilla, el equipo de Lopetegui sacó a relucir su experiencia en finales (6 de 6 Europa League ganadas) y le cerró los caminos al Inter. Antonio Conte, a pesar de los cambios, se quedó sin plan B en el último tramo y pago caro su rigidez táctica. Salvo una jugada de Alexis Sánchez, el cuadro italiano no generó situaciones de riesgo y el Sevilla administró los minutos finales a placer.