El ex seleccionador de Bolivia y Ecuador arriba a Macul tras su paso por los Xolos de Tijuana.
El Argentino-Boliviano, Gustavo Quinteros, ha sido confirmado como el nuevo director técnico de Colo-Colo. El connotado estratega llega a un complicado «Cacique», que deambula cerca de los puestos de descenso. Quinteros tiene la misión (y responsabilidad) de reencontrar a los «albos» con el buen juego y, sobre todo, conseguir resultados que permitan a Colo-Colo alejarse de la zona baja de la tabla de posiciones.
En las turbias aguas de la incertidumbre y las malas noticias que envuelven al cacique, la llegada de Quinteros asoma como una bocanada de oxígeno. El ex entrenador de Emelec (con el que fue bicampeón en Ecuador) tiene ganado un prestigio internacional con sus recurrentes logros en diferentes latitudes y su mera presencia en el banquillo del Estadio Monumental entrega una seguridad que no se ha visto por mucho tiempo en la casa alba.
Hay un factor clave a considerar en esta operación: el esfuerzo. El viejo dicho reza que “el esfuerzo no se negocia” y, al parecer, Quinteros encarna este último de sobremanera. Para ser el nuevo mandamás técnico de Colo-Colo, Quinteros tuvo que bajar diametralmente sus pretensiones económicas (en comparación a lo que él percibía como sueldo en el fútbol mexicano) y viajar por tierra desde Buenos Aires hasta Santiago (20 horas aproximadamente dura el trayecto) para estar presente antes del duelo que enfrenta a Colo-Colo con Coquimbo Unido el día viernes 9 de octubre. Al ser consultado en rueda de prensa por estos sacrificios, Quinteros respondió “No hice ningún sacrificio, al contrario. Dirigir a Colo-Colo es un orgullo para cualquier entrenador, es dirigir a un grande de América”. Destacable actitud y entereza en la previa a un arduo desafío.
Cerca del entorno del popular, las certezas y la estabilidad no abundan. Por esta razón, el arribo de Quinteros parece ser una de las mejores noticias para los albos en lo que va del año. Sin analizar lo deportivo, pues es demasiado pronto, la solidez entregada por la existencia de un entrenador experimentado (y ganador) en el banquillo de un club convulso debe ser un bálsamo para todo el que sienta al cacique como una parte fundamental de su vida. Suerte Gustavo, la vas a necesitar.