Barcelona es campeón de liga y deja tocado al Espanyol.

El Fútbol Club Barcelona pudo sortear sin ninguna dificultad un escenario tenso como el de Corneliá, donde el Espanyol, su rival ciudadano, se jugaba buena parte de sus chances de permanecer en Primera División y no sólo se coronó campeón de liga por vigesimoséptima vez en su historia, sino que se impuso por una goleada de 2-4 que pudo ser mucho mayor si los locales no descontaban sobre el final.

Si este título, el primero de liga conseguido por el ex jugador azulgrana Xavi Hernández, ahora entrenador, resalta por la solvencia de un arquero como el alemán Marc Ter Stegen, por la capacidad goleadora del polaco Robert Lewandowski (de momento, Pichichi y con 31 tantos en la temporada sumando todas las competiciones), sobresale por la cantidad de veces que el Barcelona se impuso por 1-0, todo lo contrario sucedió en Corneliá, en donde se fue al descanso ya con un rotundo 0-3 en el marcador, que ya presagiaba la chance de festejar el campeonato a la finalización del partido.

El derbi catalán se preveía de otro modo. Con el Espanyol zozobrando en la búsqueda de no descender y desde hace pocas jornadas con Luis García en el banquillo, era de imaginarse un partido bronco, peleado pelota a pelota y con el público jugando un rol importante en el aliento a los blanquiazules, que habían conseguido arrancar un empate en la ida en el Camp Nou.

Sin embargo, dos goles de Lewandowski y uno del lateral Alejandro Balde, después de filosas jugadas de un Barcelona que también comprobó en este torneo que una cosa es cuando saca a los once titulares y otra, cuando algunos de ellos están ausentes, derribaron cualquier intento local, que de esta forma, fue derivando en que sus hinchas se las tomaran con su propia dirigencia, a la que en varias ocasiones reclamaron la dimisión.

La diferencia técnica entre los dos equipos fue notable, con un Barcelona no sólo fino sino también punzante, aún cuando Xavi se decantó por Raphinha como titular, dejando para el final el ingreso de Ousmane Dembélé. 

Se pensó que en el segundo tiempo el Espanyol quemaría sus cartuchos para ir a buscar un empate heroico por casi imposible, pero fue dejando demasiados espacios que no sólo los aprovechó el Barcelona para marcar el 0-4 gracias a un cabezazo de Koundé (los dos laterales terminaron marcando goles), sino que los locales se siguieron abriendo y si los azulgranas no aumentaron la diferencia fue por imprecisones en los últimos metros, bien apoyados en un muy buen andar de Frenkie De Jong, Sergio Busquets y Pedri.

Sobre el final, y ya con un estadio semivacío porque los hinchas no quisieron quedarse a ver campeón a su rival, y con el banco de suplentes del Barcelona preparado para los festejos, el Espanyol -impreciso durante toda la noche aunque Ter Stegen cojuró tres ocasiones claras de gol- aprovechó para descontar por intermedio de Javi Puado y Joselu.

Con una amplia diferencia en el juego y en el marcador, el pitido final desató los lógicos festejos visitantes, mientras que desde los cuatro costados del estadio se produjo una invasión al campo de juego de hinchas locales que por momentos hicieron temer por la seguridad, pero fueron contenidos a tiempo y los jugadores azulgranas se fueron inmediatamente a los vestuarios.